Los niños pueden traducir sus emociones en palabras de acuerdo a la etapa en la que están.

 A los dos años hacen berrinches porque tiene hambre y no quiere esperar en un negocio, y el berrinche es su forma de satisfacer su necesidad básica. Un niño de cinco se da cuenta que tiene hambre y lo expresará con palabras.

Cuando usamos palabras  para describir las emociones – alegre, entusiasmado, enojado, preocupado, inseguro – en nuestro cuerpo aparecen sentimientos. Cuando un niño responde que “se siente angustiado por tener que despedir a sus primos queridos que se vuelven a su país de origen y a quienes no verá por lago tiempo”, aparecen respuestas fisiológicas que asociamos con la angustia. Lo sentimos.

Hay  familias donde los sentimientos se expresan, circulan abiertamente, los chicos lo viven naturalmente y pueden hablar de lo que les pasa. Y en otras este aspecto está menos desarrollado y a los chicos les cuesta identificar aquello que sienten para asi poder comunicarlo. Y esto se suele repetir de generación en generación hasta que uno de los integrantes pone consciencia y se abre a hacer contacto con su mundo emocional.

Es importante aprender a reconocer nuestras propias emociones, así también como las de los otros, para el vinculo con nosotros mismos y con los demás.

¿Cómo circulan las emociones en tu familia? ¿Pueden hablar con sus hijos sobre lo que sienten?

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